Hay una crisis en el Servicio de Salud Nacional (NHS). La publicación la semana pasada del Proyecto de Ley de la Salud y Sanidad (Health and Social Care Bill ) anuncia cambios radicales para el NHS, que afectarán la manera en que se proporcionan la salud pública y asistencia social en el Reino Unido. Estos cambios por sí solos tendrán un impacto enorme, pero es la formación de un NHS Commissioning Board, y consorcios apoderados, lo que de una vez por todas eliminará la palabra «nacional» de los servicios de salud en Inglaterra. El resultado, que debe entrar en vigor en 2013, será la ruptura catastrófica del NHS.
Mantener el status quo del NHS no es una opción. El NHS no está dando la atención que los pacientes necesitan. Los pacientes con cáncer, por ejemplo, tienen menos probabilidades de sobrevivir en el Reino Unido que en Alemania, Australia, Canadá, Suecia, o Noruega. Michel Coleman y sus colegas en un artículo, publicado en The Lancet el mes pasado, informan que la supervivencia de los pacientes con cáncer colorrectal primario, pulmón, mama o cáncer de ovario es menor en el Reino Unido que en otros países con una riqueza similar, con acceso universal a la atención sanitaria, y con un buen registro de datos sobre el cáncer. La supervivencia es, en su opinión, «el índice clave de la eficacia general de los servicios de salud en el manejo de pacientes con cáncer».
A pesar de las enormes sumas de dinero inyectadas en el NHS en los últimos años -particularmente en el presupuesto de sueldos del personal auxiliar- la traducción en beneficios para los pacientes es difícil de identificar. Por otra parte, la subyacente montaña de burocracia que es intrínseca en el NHS ahoga la innovación, de tal manera que es difícil diseñar los servicios necesarios para las poblaciones locales.
¿Los cambios descritos en el Proyecto de Ley de la Salud y Sanidad resolverán estos problemas en el NHS y mejorarán la atención a los pacientes? La verdad es que no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que poner a los médicos de medicina general (GPs) a cargo de la puesta en marcha de los servicios de salud para sus pacientes es similar, en algunos aspectos, al experimento de inversión en fondos públicos (fundholding) en la década de 1990. El principio de entonces era que los médicos (GPs)controlaran los presupuestos para comprar la atención especializada que sus pacientes necesitaran. Fundholding tardó años en ponerse en práctica, pero la confirmación sobre los beneficios a corto plazo o a largo plazo para los pacientes es insuficiente. En el actual proyecto de ley, los resultados de salud, incluida la prevención de muerte prematura, serán responsabilidad del NHS Commissioning Board, que publicará un plan de negocios y los informes anuales sobre los progresos realizados. Ese plan de negocios se necesita con urgencia para permitir la evaluación transparente de la forma en que el Board planifica la supervisión de los resultados de los pacientes.
El Gobierno de coalición del Reino Unido ha estado en el poder durante unos 8 meses. Ni los conservadores ni los liberales demócratas incluyeron la formación de un NHS Commissioning Board, o consorcios apoderados de médicos de familia, en sus manifiestos de salud que el electorado votó. La velocidad de la introducción del Proyecto de Ley de la Salud y Sanidad es de extrañar, sobre todo dada la ausencia de las precisiones necesarias en los manifiestos de salud. Los conservadores prometieron, si eran elegidos, desechar los «objetivos por motivos políticos que no tuvieran justificación clínica» y llamaban a sí mismos el «partido del NHS», un compromiso que parece especialmente hueco ahora.
Desde su creación en julio de 1948, el objetivo del NHS ha sido ofrecer un servicio integral para mejorar la salud y prevenir enfermedades, disponible para todos en Inglaterra y Gales (y luego se extendió en todo el Reino Unido), que es en gran medida de forma gratuita. La atención sanitaria para todos, de forma gratuita, ha sido el espíritu común y la filosofía en el NHS. El 3 de julio de 1948, en un editorial titulado «Nuestro Servicio», la revista The Lancet comentó: «Ahora que todo el mundo tiene derecho a una atención médica completa, el médico puede proporcionar ese cuidado sin pensar en su propio beneficio o en la pérdida de sus pacientes, y puede asignar sus esfuerzos más de acuerdo con la prioridad médica. La barrera del dinero, por supuesto, lo protegió contra la gente que realmente no necesitaba ayuda, pero también lo ha separado de la gente que realmente la necesita.» Ahora, los médicos volverán al mercado y decidiran las atenciones que pueden darse el lujo de proveer sus pacientes, de los que será el proveedor. El énfasis se moverá de la necesidad clínica (talento de los médicos) para volver al coste (que no es lo que los médicos fueron entrenados para evaluar). El ethos se convertirá en el de los proveedores individuales, y en consecuencia será distinto a través de Inglaterra, en sustitución de la filosofía de un genuino servicio nacional de salud.
Los profesionales de la salud no se pueden decir que no se necesita ningún cambio -que lo más probable es que sí. Pero hay suficiente incertidumbre y preocupación acerca de los cambios descritos en el Proyecto de Ley de la Salud y Sanidad para hacer una pausa, para aprender del pasado, y considerar lo que significan los cambios para los resultados de los pacientes. En su forma actual, nuevo proyecto de ley del Gobierno británico anuncia el final del NHS.
Fuente: The Lancet
traducido para Dempeus