Paul Krugman: Los asesinos de la sanidad pública


Cuando la sanidad pública de nuestro país está desintegrandose a causa de la política neoliberal del gobierno del PP, no está de más echar una mirada al otro lado del Atlántico donde se está librando una dura batalla para impedir un pequeño paso hacia un mayor acceso a la sanidad en EEUU. En palabras de Paul Krugman:
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Es posible que el discurso pronunciado por Paul Ryan el miércoles por la noche haya conseguido algo positivo: puede que finalmente haya disipado el mito de que es un conservador serio y honrado. De hecho, la descarada deshonestidad de Ryan dejó atónitos incluso a sus detractores.

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Algunos de sus bulos fueron triviales, pero reveladores, como la insinuación de que Obama es responsable del cierre de una fábrica de automóviles en su ciudad natal, aun cuando esta cerró antes de que el presidente ocupara el cargo. Otros fueron indignantes, como la santurrona declaración de que “el indicador más fidedigno de cualquier sociedad es cómo trata a quienes no pueden defenderse o cuidar de sí mismos”. Y eso lo dice un hombre que propone unos recortes despiadados en Medicaid [ayuda sanitaria a las personas de menos recursos], lo cual llevaría a decenas de millones de estadounidenses vulnerables a perder la cobertura.

Ryan, que ha propuesto unas reducciones de impuestos de 4,3 billones de dólares durante la próxima década, frente a solo unos 1,7 billones en recortes concretos del gasto, sigue comportándose como un halcón del déficit.

Pero la gran mentira de Ryan —y sí, merece ese apelativo— fue su afirmación de que “una Administración de Romney y Ryan protegerá y reforzará Medicare [programa de asistencia sanitaria pública para mayores de 65 años]”. En realidad, lo mataría.

Antes de entrar en ese punto, permítanme mencionar que Ryan se ha incorporado plenamente a la línea oficial del partido, según la cual el plan del presidente para recortar los gastos de Medicare en unos 700.000 millones de dólares en la próxima década —unos ahorros obtenidos pagando menos a las compañías de seguros y a los hospitales, y no reduciendo las prestaciones— es algo verdaderamente abominable. Sin embargo, hace solo unos días, Ryan seguía intentando vender su plan presupuestario, que incluía esos mismos ahorros.

Vouchercare Is Not Medicare

Pero volvamos a la gran mentira. El Partido Republicano está firmemente empeñado ahora en sustituir Medicare por un plan de Vouchercare, con cupones. El Gobierno ya no sufragará nuestras facturas médicas importantes; en lugar de eso, nos entregará un vale que podremos destinar a la contratación de un seguro privado. Y si resulta que el vale no es suficiente para pagar una cobertura decente, es problema nuestro.

Es más, los vales serán casi con toda seguridad insuficientes; su valor vendrá estipulado por una fórmula que no tiene en cuenta los presumibles incrementos en los costes de la atención sanitaria.

¿Por qué iba a considerarlo alguien una buena idea? El programa republicano dice que “capacitará a millones de ancianos para controlar sus decisiones sanitarias personales”. Desde luego. Porque ya saben que los que somos demasiado jóvenes para Medicare solo nos sentimos así de capacitados personalmente cuando lidiamos con las compañías de seguros.

Aun así, ¿no reducirían costes las aseguradoras privadas gracias a la magia del mercado? No. Todos, y quiero decir todos, los indicios apuntan a que sistemas públicos como Medicare y Medicaid, que conllevan menos burocracia que las aseguradoras privadas (si no se lo creen es que nunca han tenido que tratar con una compañía de seguros) y más poder de negociación, son mejores que el sector privado a la hora de controlar gastos.

Sé que esto contradice el dogma del libre mercado, pero es un hecho. Pueden constatarlo en la historia de Medicare Advantage, que se gestiona a través de aseguradoras privadas y siempre ha tenido unos costes más altos que el Medicare tradicional. Pueden comprobarlo comparando Medicare y los seguros privados: Medicaid cuesta mucho menos. Y pueden verlo estableciendo comparaciones internacionales: EE UU tiene el sistema sanitario más privatizado del mundo desarrollado y los costes más elevados, con diferencia.

Por tanto, Vouchercare significaría más gastos y menos prestaciones para los ancianos. Con el tiempo, el plan republicano no solo acabaría con Medicare tal como lo conocemos, sino que mataría lo que Medicare supuestamente ha de ofrecer: acceso universal a una asistencia básica. Los ancianos que no puedan permitirse complementar sus vales con mucho dinero adicional estarán perdidos.

Aun así, el Partido Republicano promete mantener Medicare tal como lo conocemos para las personas que ahora tienen más de 55 años. ¿Deben sentirse seguros quienes hayan nacido antes de 1957? Una vez más, no. Para empezar, el rechazo al Obamacare significaría para los estadounidenses más longevos la pérdida de varias prestaciones importantes que contempla la ley, entre otras la cobertura total para fármacos o la protección de las personas jubiladas anticipadamente.

Aparte de eso, la promesa de no alterar las prestaciones para los estadounidenses de cierta edad no es creíble. Piensen en la dinámica política que se generaría cuando alguien nacido en 1956 siguiera recibiendo plena cobertura de Medicare, mientras que alguien nacido en 1959 no pudiera permitirse una atención decente. ¿Realmente piensan que eso será una situación estable? Sin duda, desencadenará una guerra política entre las cohortes, y es muy probable que los más longevos vean cómo a corto plazo sus supuestas garantías les son arrebatadas.

Ahora la cuestión es si los votantes comprenderán qué está sucediendo en realidad (lo cual depende en gran medida de que los medios hagan su trabajo). Ryan y su partido están convencidos de que lograrán salirse con la suya a base de bravatas, pretendiendo que son los verdaderos adalides de Medicare mientras trabajan para aniquilarlo. ¿Se saldrán con la suya?

Paul Krugman

Paul Krugman es profesor de Economía en Princeton y premio Nobel 2008.

© New York Times Service.

Traducción de News Clips.

Fuente: Reggio’s

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