Cierre (estival) de camas y quirófanos, de la demagogia y otros descalificativos


A raíz de unas declaraciones de Boi Ruiz (Llegiu les declaracions del Conseller de Salut.) en las que califica de demagógicas las denuncias de cierres de camas y aumento de las listas de espera, Diario Médico ha publicado una editorial «Cierre estival de camas y otras demagogias estériles» que justifica y hasta aplaude las declaraciones de Boi Ruiz, sin entrar en otras consideraciones sobre la reforma de la ley del aborto que también apoya. Pues la réplica no se ha hecho esperar, en el mismo Diario Médico, Xavier Lleonart Martínez, Vicesecretario General de Metges de Catalunya contesta el editorial de forma clara y contundente,«De la demagogia y otros descalificativos» critica los recortes no basados en evidencias y pide desligar la sanidad de su uso político. La versión completa de la respuesta la encontraréis en Punts de Vista.
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Xavier Lleonart Martínez

Leo un interesante editorial de Diario Médico titulado Cierre estival de camas y otras demagogias estériles. Reconozco que, sin un profundo conocimiento de los intestinos del sistema sanitario, puede resultar un análisis moderado y convincente. No obstante, ése no es mi caso y quisiera transmitir una lectura alternativa a la situación que se está viviendo en la sanidad catalana respecto al cierre de camas y la restricción de recursos asistenciales.

En el citado editorial, todos los términos con connotaciones negativas (demagogia, poco honesto, fracaso, instrumentalizar, etc.) aluden a los profesionales y usuarios que protagonizan las protestas, mientras que los conceptos con connotaciones positivas (consenso, sentido común, lógica, etc.) se asocian a las bondades de las medidas gerenciales. Es la opinión del diario, legítima y respetable, sobre la cual destaca, por encima del resto, la idea de la demagogia.
Bajo mi punto de vista, demagogia, entendida como la degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder, es la introducción de conceptos grandilocuentes y biensonantes, propios de las más prestigiosas escuelas de negocios, en el entorno de la sanidad pública. Compra selectiva; planes de choque; productividad sanitaria; Economías de escala. Nomenclaturas de las facultades de Economía que nada tienen que ver con la reclamada lógica científica ni con los criterios clínicos, sino con instrumentos financieros que convierten la sanidad en un objeto más del mercado.

También se puede calificar de demagogia la trivialización de la situación de las camas hospitalarias aludiendo al cierre habitual de cada verano, pero obviando que los cierres se añaden a la desaparición estructural (definitiva) de camas en los últimos cuatro años que ha provocado situaciones de colapso, muy especialmente en los servicios de Urgencias, y un crecimiento descontrolado de las listas de espera, con 180.000 pacientes pendientes de intervención, algunos de ellos con demoras superiores a los 2 y 3 años.

Las actuaciones basadas en las evidencias deben basarse en eso, en las evidencias. Son una evidencia los colapsos sufridos en las Urgencias del Hospital Valle de Hebrón con 40, 50 y 60 pacientes pendientes de ingreso, algunos de los cuales acumulan hasta cinco días de espera, a menudo en condiciones indignas. Y, de nuevo, las evidencias demuestran que la apertura de camas mejora ostensiblemente el drenaje de pacientes. Pero, en lugar de aplicar lo que parece una medida de coherencia, la dirección decide destituir al jefe de servicio, Xavier Jiménez, por denunciar públicamente la situación. Una ignominiosa represalia frente a la que no cabe más que solidaridad y admiración.

El editorial de este diario dice acertadamente que «la sanidad se está instrumentalizando en beneficio de la propia ambición política». Es hora de dejar de usar la sanidad como arma arrojadiza; es hora de desligarla de los intereses empresariales y económicos y dar prioridad al único criterio indiscutible, el criterio clínico. La sanidad es un servicio público fundamental y ni puede ni debe tratarse como una cuenta de resultados. La sociedad exige unos servicios públicos de excelencia y para ello destinamos buena parte de nuestros tributos.

Mientras el gasto sanitario en calidad y recursos para la asistencia no se discute, sí que generan más rechazo los recursos que se desvían del uso puramente asistencial. Los usuarios no pueden entender que falten camas pero que, en cambio, se mantengan cargos en estériles consejos de administración remunerados, que se abonen dietas por asistir a reuniones inútiles o que muchos cargos se desplacen en costosos coches oficiales.

A continuación reproducimos un artículo de Jessica Mouzo Quintáns en El País de hoy , con datos objetivos como esperas de hasta cinco años para ser operado para 28.000 personas que aguardaban en 2013, y plazos máximos de listas de espera ampliamente superados.
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A las puertas del quirófano

Mercedes Jiménez, el pasado viernes, en su domicilio de Vacarisses. / Cristóbal Castro

La espera desespera. Sobre todo, si esa demora es para ser intervenido por un problema de salud, dura seis años y te ata, como a Mercedes Jiménez, a unas muletas permanentemente para poder desplazarse a cualquier parte. Apenas hace un mes que esta mujer pasó por el quirófano pero los bastones todavía la acompañan en el postoperatorio. Tras más de un lustro aguardando a que le pusiesen una fijación en el tobillo, a principios de junio y previa reclamación por el retraso, Mercedes por fin fue intervenida en el Hospital de Bellvitge. Durante los seis últimos años, la mujer, vecina de L’Hospitalet de Llobregat, computó dentro de la extensa lista de espera que arrastra la sanidad catalana para una intervención en los hospitales públicos. A finales de 2013, 181.559 personas aguardaban por una operación y de ellas, 28.894 tendrán que esperar entre uno y cinco años antes de entrar en el quirófano.

En medio de una retahíla de retrasos y dos preoperatorios perdidos en las demoras, el tobillo de María empeoraba y los ánimos iban a menos. “Ha sido muy duro. Estaba perdiendo mi vida laboral y personal”, reconoce. Las demandas ante Atención al Paciente se quedaron en un “ya le llamaremos” hasta que, hace unos meses, se topó con los voluntarios de la Federación de Asociaciones de Vecinos de L’Hospitalet, que se parapetan todas las semanas a las puertas de Bellvitge para animar a los pacientes a denunciar los retrasos. Mercedes hizo una reclamación al centro y en ocho meses estaba operada. “Concienciamos a la gente de que tienen sus derechos y hemos conseguido que se agilicen algunas operaciones. Quizás hemos salvado más de una vida”, explica el portavoz de la federación, Miguel Mansergas. A raíz de sus denuncias, los vecinos de L’Hospitalet calculan que se han operado unas 80 personas en Bellvitge. Pero no son los únicos: las mesas de reclamaciones también están presentes en Vall d’Hebron, Reus o Terrassa.

A partir de sus denuncias, —que se envían al Síndic de Greuges, además de a la dirección del hospital y al Servicio Catalán de la Salud (CatSalut)—, el defensor del pueblo catalán, Rafael Ribó, inicia actuaciones de oficio para investigar “una posible vulneración de derechos”, ya que los ocho hospitales del Instituto Catalán de la Salud (ICS) superan los seis meses de espera máxima garantizada en al menos alguna de las 14 intervenciones quirúrgicas protegidas por ley. Según el departamento, el 31,7% de las 75.075 personas en lista en 2013 tuvo que aguardar más de seis meses para ser intervenida de alguna de las 14 dolencias.

Las entidades en defensa de la sanidad pública coinciden con el Síndic en que los retrasos han aumentado debido a “las intervenciones que se han dejado de hacer durante 2012” por los recortes que aplicó el departamento de salud el año anterior. A pesar de que la Generalitat ha apremiado a los hospitales para que aumenten las intervenciones de cirugía mayor ambulatoria —que no requiere ingreso— para llegar a fin de año sin retrasos en las 14 garantizadas, los profesionales sanitarios auguran que la reducción de la actividad quirúrgica programada durante el verano, sumada al colapso que viven las urgencias de los hospitales en las últimas semanas y el cierre de camas, agudizarán las demoras en muchas intervenciones. “Es imposible que se puedan reducir las listas cuando están cerrando camas”, apunta Angels Castell, de Dempeus per la Salut Pública. Salud admitió que este verano dejará sin servicio hasta 3.100 plazas en agosto.

Derivar intervenciones a los centros con ánimo de lucro es, según las entidades sociales, la salida por la que ha optado el consejero de salud, Boi Ruiz, para reducir las listas: “El supuesto intento de disminuir las cifras se hace vía derivaciones a la privada mientras cierran recursos en la pública”, protesta Marian Rodriguez, de la Plataforma de Afectados por los Recortes en Salud (PARS).

Trabajadores y usuarios denuncian la “perversión” de las listas. “Los retrasos hacen que la gente pida préstamos para ir a operarse a la privada”, señala Mansergas. Incluso la opción de agilizar la espera entrando por la puerta privada surge previa recomendación directa de algunos facultativos.

“Una médica me dijo: ‘si tiene mucha prisa, por 15.000 euros le operan en cualquier clínica privada’”, relata Enrique Cruciani, un hombre joven de 30 años que lleva más de un año a la espera de un recambio de válvula aórtica. A pesar de que el departamento de salud ha puesto en marcha un plan director para reducir la lista en las operaciones cardíacas, la cirugía valvular tenía a finales de 2013 más de 600 personas en espera y un tiempo medio de retraso de cinco meses.

Otra de las métodos del departamento para “falsear” las listas, según Rodriguez, es “retrasar las citas al especialista”, que es quien toma la decisión final de intervenir. Por ley, el paciente debe entrar en lista de espera en cuanto el facultativo se lo comunique. Sin embargo, las entidades denuncian que no siempre es así. Es el caso de Jesús Tardío, de 58 años. Su médico le aseguró en octubre de 2012 que tendrían que operarlo de una hernia discal. “Me dijo que tendría que esperar un año porque tenía a 400 personas delante”. Jesús no descubrió, hasta poner la primera reclamación por el retraso 18 meses después de la visita, que constaba en la lista de espera “desde enero de 2013”, tres meses después de que se lo comunicase su doctor. Lleva casi dos años con parches de morfina para paliar el dolor que le produce la hernia; el otro dolor, el de la espera, parece haber mejorado desde que puso la reclamación asesorado por los vecinos de L’Hospitalet. El hospital de Bellvitge, que a junio de 2014 tenía más de 500 personas esperando para intervenirse de hernia discal, le ha comunicado que en agosto iniciará el preoperatorio.

 

Acerca de Dempeus per la salut pública

Col·lectiu de persones en defensa de la salut pública
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