30 años del ICS: De un modelo ejemplar a una sanidad en la UVI


El avance de la esperanza de vida de los españoles se frena por primera vez
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Escribe Cristina RUBIO en la edición impresa de El Mundo para Catalunya del 18 de agosto:
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Se cumplen tres décadas de la sanidad pública en Cataluña en un entorno hostil: no vive días de gloria el ente que gestiona ocho hospitales y 288 ambulatorios. Un presupuesto de guerra igual que el de 2008, una población con tendencia a las enfermedades crónicas y una plantilla enfrentada por los recortes recuerdan que urge la reconversión de la mayor empresa pública de servicios.

.Tiene algunos de los mejores hospitales de Cataluña, observados con lupa también en el ámbito internacional, y una red proporcionada de centros de atención primaria que se expande por todos los rincones del territorio. Sin embargo, el Institut Català de la Salut (ICS) arrastra varias patologías endémicas que corren el riesgo de enquistarse con el agravio de la crisis: es la mayor empresa pública de servicios, con una plantilla de hasta 39.720 profesionales y un presupuesto que se ha desinflado en los últimos años. La estructura, que funcionaba hace tres décadas, se ha quedado obsoleta y aún sigue a medias el proceso de transformación pactado por ley hace seis años.

El gobierno de Pujol aprobó en pleno verano de 1983 la creación del ICS como entidad gestora de la Seguridad Social para desplegar las competencias que la Constitución y el Estatut atribuían a la Generalitat en materia sanitaria. En seguida asumió las tareas que tenía encomendadas el anterior Insalud y pasó a controlar los grandes hospitales y ambulatorios de Cataluña. Apenas siete años más tarde se creó el Servei Català de la Salut, la aseguradora pública que tenía que dar cobertura a toda la población. «El primer paso fue aplicar el mapa sanitario al territorio y acabar con las deficiencias», recuerda el primer secretario general del ICS, Xavier González Mestre, en el blog que la institución ha creado para celebrar su aniversario. Su primera asignatura pendiente fue reformar por completo la atención primaria: había pocos ambulatorios y mal repartidos, muchos sólo actuaban de consultorios y los médicos apenas visitaban unas horas a la semana. Se abrieron nuevos centros y se reformaron de antiguos, además de ampliar la jornada laboral de los galenos e instaurar el turno de visitas por la tarde. El pionero fue el CAP de Badia del Vallès, el primero en dividir entre medicina de familia y pediatría y alargar el horario de los médicos de dos a seis horas diarias. «Fueron buenos tiempos, complicados, pero muy ilusionantes porque dejamos encarriladas las bases de un sistema sanitario de alto nivel», resume González Mestre.

La transformación de la medicina ambulatoria se alargó hasta 1996, mientras que la hospitalaria fue mucho menos costosa y traumática. En un inicio, el ICS heredó siete grandes hospitales que ya funcionaban como un reloj y empezaban a despuntar en el plano internacional, en especial la Vall d’Hebron, Bellvitge o Can Ruti. A estos hay que sumarle el Hospital Josep Trueta de Girona, el Arnau de Vilanova de Lleida, el Joan XXIII de Tarragona y el Verge de la Cinta de Tortosa. Cuatro años más tarde, se sumó el octavo en discordia: el centro hospitalario de Viladecans.

Ya en el siglo XXI y cuando la bonanza económica permitía apostar por la investigación, el ICS se desmarcó con tres centros de referencia, acreditados por el Instituto de Salud Carlos III: el Vall d’Hebron Institut de Recerca, l’Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge i l’Institut d’Investigació en Ciències de la Salut Germans Trias i Pujol.

Sin embargo, los recortes de estos últimos tres años, coincidiendo con la llega de CiU a la Generalitat tras el tripartito, no han hecho otra cosa que enturbiar y dejar al desnudo la labor de un modelo ejemplar.
Según la última memoria, el ICS tuvo en 2012 un presupuesto de 2.655 millones de euros, un 5,39% menos que el año anterior, el primero de las grandes estrecheces económicas. Este nuevo mordisco sitúa a la sanidad catalana al nivel de 2008, cuando Cataluña contó con una partida de 2.642 millones de euros. Ahora son menos los trabajadores del ente (39.720) frente a los 41.709 de hace un lustro. En el apartado
de personal también ha habido sangría: no se han cubierto las bajas por jubilación y maternidad, se ha despedido a 1.500 eventuales y no se han abierto convocatorias para que nuevos médicos se reincorporen a los centros hospitalarios. Entre las medidas también se encuentran las económicas: reducción del sueldo del 5% que aprobó el aún gobierno de Zapatero para toda la función pública, eliminación de una paga extra y aumento de una hora de trabajo a la semana. A todo esto hay que sumarle la disminución de la actividad asistencial, sobre todo en verano o Navidad con el cierre de plantas y quirófanos. También la concentración de operaciones de gran complejidad en los centros del área metropolitana o la reducción de las urgencias.

Otra de las sombras que arrastra el ICS es la imputación de su ex presidente, Josep Prat, y del ex director del Servei Català de la Salut, Carles Manté, por presuntos pagos irregulares a través del holding municipal Innova.

Artículo de CRISTINA RUBIO para El Mundo (Catalunya).

Visto en Punts de vista

Acerca de Dempeus per la salut pública

Col·lectiu de persones en defensa de la salut pública
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