METALENGUAJE Y JERGA en SALUD


No podían faltar en este blog las reflexiones que hace Toni Barbarà en La Ratera sobre el metalenguaje y la confusión terminológica que pretende y acaba por introducir conceptos que directamente serían rechazados, especialmente en el terreno de la Salud.

En lógica y filosofía del lenguaje, un metalenguaje es un lenguaje que se usa para hablar acerca de otro lenguaje. Es el lenguaje que utilizamos cuando con él nos referimos no al objeto del discurso, sino al lenguaje que se refiere al objeto del discurso. Un código lingüístico.
Y de códigos y estrategias va esta reflexión “raterilla”. Más que la denuncia de una rata mediática, como es habitual en mi blog, hoy es todo un monográfico de desratización urgente y necesario, a la vista de lo prolífico delas camadas en curso.
Se pretende imponer, ya sin maquillaje ni reservas, una concepción neoliberal a ultranza a lo largo y ancho del sector salud, y para ello es imprescindible secuestrar un determinado lenguaje (social), y suplantarlo por otro léxico preñado de contenidos mercantiles, capitalistas, falaces y patógenos al fin.
Me estoy refiriendo a las nuevas expresiones “eruditas” usadas y abusadas en el sector y sustancialmente entre alto personal directivo, técnico y gerencial. No hablo de algo tan constatable hoy como es el lenguaje transversal –transdisciplinario, contaminado y en recurso de parábola. Ese que permite neologismos y figuras muy ilustrativas valiéndose de la gastronomía, el deporte, la informática o la propia salud: así pues, hoy, “aliñamos temas” o los servimos “con guarnición”, sacamos “tarjetas amarillas” o “nos meten goles”, hacemos “resets” o “colgamos” artículos, nos protegemos de “virus informáticos”, o nos afectan “infartos ecológicos” o “anemias pensantes”. Hasta aquí nada a criticar y bien al contrario una lanza en favor de la imaginación y las descripciones impresionistas a golpe de paletada conceptual.
Mi profunda preocupación y desasosiego llega con términos como “lo complejo, la gobernanza, criterio de gestión empresarial, flexible, moderno, eficiente, sostenible, consorciado, colaboración público-privada, proveedor, objetivos incentivados, competencia, competitividad, legal, evaluación de resultados, y un largo etcétera”.
Entramos en materia. Se NOS advierte de lo “COMPLEJO” de la jerga tecnocrática como un a forma de excluir a profanos, una excusa para la opacidad, y frente a lo simple, que debiera ser lo entendible, y precisamente inclusivo, incluida la posibilidad de expresarse con distintos niveles de explicación. Se impone lo “NUEVO Y MODERNO” frente a lo pretendidamente viejo y obsoleto.
Los “CRITERIOS DE GESTIÓN EMPRESARIAL” predican como una bondad intrínseca al margen de cualquier otra consideración de fondo. Es el pragmatismo aquel de cazar ratones no importa el color, pero omitiendo interesadamente el final del cuento al no especificar quienes, de cual color, se comen la caza. Desde la adición a esa “gestionitis” se abomina de todos los males seculares: la burocracia, incapacidad de adecuación a la realidad, rigidez frente a adaptación a flujos y demandas, desmotivación del personal y profesionales, masificación, uniformismo, lentitud de innovación tecnológica,… como si esos problemas fueran inherentes al sistema público, y por descontado superados en la gestión privada, lo cual es además absolutamente falso.


…Si te vas sintiendo «En pie y con el puño en alto» …sigue y continua…

Lo “FLEXIBLE” se postula para erosionar derechos y condiciones laborales, y como antónimo deseable frente a la rigidez funcionarial. Realmente no hablan de capacidad de adecuación al servicio de objetivos sino de renuncias de calidad, equidad o garantía de ejercicio de derechos siguiendo el modelo de la flexicuridad europea.

Se substituye sutilmente “EFICACIA” (capacidad para lograr el efecto deseado) por “EFICIENCIA” (capacidad de disponer de alguien o algo para un efecto…o sea relación entre resultados obtenidos y recursos empleados o “como sacar el máximo provecho de”).

Se pondera y saluda la necesaria sinergia, y “COLABORACIÓN PÚBLICO –PRIVADO”. Incluso se pontifica con el sugerente hallazgo de LO MIXTO. Así “CONCERTAR” en el sentido de sumar, mezclar, incorporar entidades y empresas, públicas, privadas, semi a medias, o ni lo uno ni lo otro, en una macedonia de siglas. Es algo digno de la mayor consideración y encomio mientras que preservar territorio público a salvo de la rapiña privada es algo demodé y por supuesto anacrónico, al decir de los popes del neoliberalismo disfrazados de gurús empresariales. Hoy lo que prima es la “GOBERNANZA”, que suena de maravilla con un toque italianizante. ¿Pero que es eso? Es interacción. “Es un conjunto de arreglos y relaciones formales e informales entre intereses públicos e intereses privados, que permiten la toma de decisiones, coordinadas entre lo privado y lo institucional”. Esplendida modernidad mucho más ostentosa que no eso tan elemental de “GOBIERNO”, además muy atufado por lo público.
Se confunden los criterios de medida de “EVALUACIÓN” del sistema. ¿Como medimos resultados? ¿Lo hacemos en economía, o en servicios sociales?. Cuando algunos afirmamos la prevalencia del interés social y asistencial, ¿ello supone ignorar la “SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA”, o sea la provisión financiera del sistema? Las empresas del sector ¿tienen o no reconocido “AFÁN DE LUCRO “? Pero es más, tengan o no ese estatus administrativo (por lo demás legítimo para mercancías…que no para la salud)… ¿están debidamente controladas por la sociedad? ¿Son transparentes y disponen de verdaderos mecanismos de participación ciudadana (no para ser informados-consultados sino para ejercer empoderamiento civil) ?
¿Disponemos en el actual cuerpo legislativo de normas y leyes que amparen lo público ante las acometidas violentas de invasión de cajas y presupuestos, de parasitación, de apropiación, de desviación de recursos, de externalización de servicios, de privatizaciones en fin?
¿Sabe la ciudadanía que en su sistema público de salud, en ese que cotiza y sostiene con su esfuerzo fiscal y laboral, los llamados “PROVEEDORES” son las empresas (ya públicas, ya privadas, o mixtificadas) que “compran- contratan” a la Administración competente la prestación real de sus servicios de atención en salud? ¿Sabe la población en general, y la más participativa y motivada en particular, que son los sistemas de financiación per cápita, o por objetivos, o por procedimientos… quien es el titular, quien el competente, quien el responsable…? . Definitivamente , “¿clientes o titulares?”, ¿usuarios y/ o pacientes ?

Son tolerables los “OBJETIVOS INCENTIVADOS” a los profesionales de salud cuando eso supone simple y llanamente la concesión de pluses económicos, extras en nómina, para premiar “buenas conductas” en el ejercicio de su labor? ¿Y que esas buenas prácticas dignas de merecer premios crematísticos no son otra cosa la parquedad y la limitación a conceder ILTs (o sea bajas laborales), o la no prescripción de ciertos fármacos, o no procedimientos de alto costo, o el seguimiento mostrado y demostrable a los protocolos-orientaciones de opción terapéutica y de práctica profesional tal como aconseja la empresa proveedora?.
Otra vez, acabo con la evocación al insigne Albert Einstein:”Cuando alguien sabe realmente de una cosa es capaz de explicársela a su abuela”… o como acabo de explicar, de todo lo contrario: de explicarla de tal forma que no la entienda ni el abuelo Albert Einstein. A la impunidad desde la opacidad, pasando por la pedantería.

¿Hasta cuando? ¿Nos ponemos en pie? ¿Lamentarse o DEMPEUS?


Antoni Barbarà Molina

Acerca de Dempeus per la salut pública

Col·lectiu de persones en defensa de la salut pública
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